PROBLEMAS DE
SUPERFICIE OCULAR

Sistema PF Sophia

Hay muchas enfermedades propias de la córnea, tanto hereditarias como adquiridas.

Por su importancia podemos destacar las siguientes:

Pterigon

Es un crecimiento anormal de la conjuntiva (membrana delgada que reviste el interior del párpado y parte del globo ocular) que forma una masa carnosa ubicada en la parte blanca del ojo y puede extenderse hacia la córnea (estructura transparente en forma de domo que cubre el iris).

Recibe ese nombre por su aspecto de una pequeña ala y su ubicación más frecuentemente es del lado nasal. Puede llegar a crecer lo suficiente como para cubrir una parte importante de la córnea.

El manejo del pterigión debe estar a cargo de un médico oftalmólogo, quien valorará la mejor opción de tratamiento según la sintomatología, grado de inflamación y extensión. 

La mejor manera de prevenir o evitar que vuelva a aparecer un pterigión es utilizando medidas de protección, como lentes con filtro UV.

Ante la presencia de una lesión visible compatible con pterigión, existan o no molestias, acude a consulta con tu médico oftalmólogo para valoración y manejo integral oportuno.

Conjuntivitis

Es inflamación de la capa mucosa superficial que cubre la cara interna de los párpados y la superficie del globo ocular.

Puede ser ocasionada por infecciones (bacterianas, virales, etc), reacciones alérgicas, exposición a sustancias irritantes, etc.

La conjuntivitis generalmente se presenta con enrojecimiento de la superficie ocular, y puede acompañarse de lagrimeo, comezón, secreción o lagañas, sensación de cuerpo extraño, dolor, visión borrosa, etc.

Dependiendo de la causa, el tratamiento para conjuntivitis puede incluir antibióticos, antiinflamatorios, antihistamínicos y/o lubricantes.

Blefaritis

Inflamación de los párpados
Ya sea por la alteración en la función de las glándulas de Meibomio (las cuales desembocan a lo largo del borde de los párpados), por sobrecrecimiento de las bacterias normales de la zona, o por infestación de otros microorganismos, esta condición puede generar muchas molestias que disminuyen la calidad de vida de quienes la padecen. Comúnmente se asocia a enfermedades de la piel como acné rosácea y dermatitis seborreica.

Para disminuir los síntomas de la blefaritis como ardor, aumento de volumen y enrojecimiento de los párpados, así como el acúmulo de costras y escamas en el borde de estos, la principal medida que se debe seguir, es la adecuada higiene de los párpados. Además de realizar un lavado de los párpados, se puede recurrir al uso de compresas tibias y masaje para tratar la blefaritis y para evitar recaídas. En algunos casos, será necesario recurrir además a la aplicación de antibióticos y/u otros productos o procedimientos especializados.

Queratitis

Inflamación de la córnea, la porción transparente más anterior de nuestros ojos

Puede ocasionar muchas molestias como disminución de la visión y dolor. Otros síntomas pueden incluir lagrimeo, secreción o lagaña, sensación de cuerpo extraño, enrojecimiento ocular, sensibilidad a la luz, etc.

Una de las causas más comunes de queratitis es la infección, ya sea viral, bacteriana, o por hongos; o la infestación por parásitos.

En algunos casos pueden aparecer úlceras profundas que pueden llegar incluso a la perforación.

Existen varios factores de riesgo para presentar queratitis, incluyendo el uso de lentes de contacto, la automedicación de algunas gotas oftálmicas, y el padecer enfermedades sistémicas como la diabetes.

El tratamiento dependerá de la causa específica que esté generando la inflamación, y deberá acudir con un oftalmólogo para asegurarse de recibir el manejo adecuado para evitar secuelas a largo plazo.




El ojo rojo es una manifestación en común de distintas enfermedades que generan alteraciones como irritación, sangrado superficial no activo y congestión de vasos sanguíneos en el ojo que dan el aspecto característico de “ojo rojo”; estas alteraciones pueden estar presentes en conjunto, por separado o en distintas combinaciones.

Ojo rojo

Aunque la mayoría de las veces corresponde a cuadros leves y superficiales que no dejan secuelas perdurables en la visión, deben descartarse alteraciones graves.

Dependiendo del tipo de causa que lo origine, el manejo del ojo rojo tendrá un camino diferente, acuda a consultar a su oftalmólogo para el tratamiento adecuado.

Es fundamental identificar la causa que origina el ojo rojo, para así poder proporcionar el tratamiento adecuado.

Las causas más frecuentes de ojo rojo son: condiciones ambientales poco saludables (presencia de humo de cigarro, contaminación, etc.), ojo seco, procesos infecciosos como conjuntivitis bacteriana, procesos virales, alergias, hemorragia subconjuntival (acumulación de una pequeña cantidad de sangre en la parte blanca del ojo), pterigión (carnosidad), glaucoma, procesos inflamatorios oculares como uveítis (inflamación de la úvea, capa intermedia del ojo) y traumatismos.

Es importante mencionar también que dentro de los datos de alarma asociados a la presencia de ojo rojo se encuentran: dolor moderado a severo, diferencia de tamaño entre las pupilas de ambos ojos y disminución importante de la visión; tener diagnóstico de hipertensión, diabetes mellitus o hipertiroidismo; diagnóstico de glaucoma o antecedente de familiares que lo padezcan; molestias como dolor de cabeza, vómito, fiebre y síntomas gripales acompañados de malestar general. La presencia de una o más de estas molestias o antecedentes, en conjunto con ojo rojo, requiere atención médica urgente.

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